Este post es una pública advertencia. Conste que te estoy informando, mi querida desconocida. Este post es un letrero inmenso colgado en mi cuello con el calificativo de “Peligroso”. Las letras que leerás, a continuación, son una expulsion de mi buen gusto para vengarse del malo, del sucio, del huachafo, del miserable, del Hitler que todos llevamos dentro. Y tú, mujer que no conozco, deberías leer antes de aceptarme, antes de presentarme a tus papis como tu nuevo noviecito.
Tienes que entender que yo tengo el control remoto frente al televisor and I love the rusian salad, pero me agradan más las pastas. No tengo más de seis pares de medias y casi no me visto a la moda. Deberías saber, además, que fumo, no bailo ni mucho menos voy a discotecas.Antes de besarme, futura novia, debes saber que escucho a sin Bandera. A propósito, amo a La oreja de Vangoh. No escucho a Ricardo Montaner pero sí a Camila. Podemos pelear por la cumbia, pero podemos, además, amarnos con la voz de Carmencita Lara. Me llega escuchar salsa, pero me fascina Héctor Lavoe, Oscar de Leon, Niche, etc, etc. Detesto a Ricardo Arjona, así que no me digas que no, guardando la esperanza de un sí.¿Sexo? Bueno, lo normal (y lo anormal también) todo con mucho amor y poco respeto, como debe ser.
¿Ronco? No, por suerte. Pero fácil puedo balbucear dormido. A veces romántico, otras jodido, pero siempre estoy dispuesto a escuchar y a comprender. Detesto la mentira al igual que las poses soberbias. Soy hincha de Pele, Cueto y Oliver Aton. Y, claro está, Naruto y Goku salvarán a la tierra, siempre.
Todas estas cosas, mi querida desconocida, soy. Además, tengo que decirte, que el gallo no solo podrá cantar tres veces, si no miles… y nunca te negaré. Tienes que saber que mi amor es como el de un niño… y me fascina. Comprende que espero mucho de ti... es cierto. ¿Qué tanto? Pues que te mueras por mí. Eso. Dar es dar... y está bien. Pero espero recibir, también. Espero mi vuelto, mi cambio... una sonrisa en retribución a mis amores.
Sepa usted, que sus amigos serán mis amigos… y sus enemigos serán los míos. Y, si alguien se atreve a ofenderla “mi espectro irá hacia él, como negro humo, como un gigante demente, y le arrancará nervio tras nervio”. Serás tu nombre cuando firmes, serás un diminutivo con tus amigos, serás un ángel cuando duermas... pero a mi lado serás una mujer a quién amar... ni más, ni menos: una mujer a quien amar. Y aunque, seguramente, Nabokov se retorcerá en su tumba por tomar prestada sus frases y usarlas aquí, en mi blog (tbm Luisipa) , a mí me molestará más que no entiendas todo lo que significarás para mí, si me aceptas.Puedo ponerme el disfraz de cualquier hombre que te agrade, pero no es lo mejor. No sé fingir. No puedo decir que me gustan las películas de acción. No te puedo decir que soy un caballero. Te mentiría si te digo que terminé la universidad o que no jalé el curso de religión en la secundaria. Tengo que decirte que dentro de mí guardo recuerdos que te contaré hasta la tortura.
Puedo decirte que la última vez que me enamoré fue hace mucho tiempo, y te digo esto, porque es necesario que sepas que no tengo experiencia reciente en estas cosas. Odio las huachafadas, pero, sin embargo, tengo la poca vergüenza para escribir un desfogue como éste y, peor aun, publicarlo en Internet. Puedo parecerte un hombre extraño y, por el contrario, puedo llegar a ser tan eufórico como alguna canción de Queen.
Me puedes enseñar a hablar cultamente, puedes exigir que me corte el pelo, puedes decir que me porte como un gentleman, puedes intentar que no te mire los senos en público, enséñame, por favor, a no hablar lisuras frente a todos, te ruego que me acompañes en mi soledad, quiero que compartas mis ansias, mis victorias y mis fracasos… enséñame los secretos del dedo meñique y yo te llevaré a tomar unas cervezas como todo buen hippie.
Te enseñaré a pescar, aprenderás a usar zapatillas e ir a acampar y, con el sonido de las olas, bajo la luz de una fogata, te leeré un poema de Luis Hernández. Enséñame a bailar salsa y yo te enseñaré a declamar. Y no mires arriba, mientras te hago el amor en mi cuarto, porque me daría vergüenza que sepas que no tengo techo.
Espero conocerte en un bar, espero que comprendas mi rarísima forma de ser. A cambio, te brindaré todo lo que tengo, que es casi nada: solo una cerveza en la barra, una guitarra que no sé tocar y un ajado corazón. Mi patrimonio puede ser expropiado, mis utilidades son tuyas. Sin conocerte, sin que me mires a los ojos y sin haberte besado, siquiera. Pienso en los colores del cielo, en un poema de Neruda, en una tiernísima canción en francés… recuerdo a mi Gioconda, recuerdo mi mejor fotografía o el reflejo de los cisnes en los lagos de Tokio, y toda esa belleza junta se duplicaría, solo con tu sonrisa, mi querida desconocida. Ahora, luego de leer todo esto, ¿quieres estar conmigo?