Estaba ahí, en su habitación, desnudo, apoyando su espalda en la pared, abrazando sus rodillas, era un punto color carne atrincherado a un costado de su habitación, enfrente a él yacía un espejo, se reflejaba toda su figura turbia, rota, se miraba con desprecio y hablaba en voz alta, confesaba sus miedos, y sentía mucha pena por él.Me siento morir... fue su primera frase y todo se resumía en su estado, en su cuerpo, todo se reflejaba en ese espejo, se miraba a los ojos, intentaba hallarse, encontrarse, tenía la esperanza que al verse ahí, se reconfortaría, valoraría su vida. Sentía como el frío en sus pies lo quemaban, su espalda mojada en transpiración, la falta de aire, el piso de madera, y solamente la luz de un monitor.
Que soledad... balbuceaba mientras apretaba sus piernas a su pecho, quería sentir su cuerpo, quería comprender que estaba vivo, que simplemente era una mala noche después de un mal día, que después de todo, la vida continuaba. Se retorcía, en un dolor difícil de explicar, pero muy fácil de sentir, sus pensamientos, venían fugaces, lo cortaban con un filo similar al de las cuchillas y eso le hacia dar saltos, sobresaltarse, temblar en el rincón oscuro de ese maldito cuarto.
Todo huele a despedidas... expresó con la voz totalmente sucia, quebrada, sombría, apagada, y en verdad, él lo sentía así. Siempre estaba solo, ya nadie podía consolarlo, ni siquiera aquella vieja fotografía, ya no le quedaban canciones, ni películas, comprendía que todo encajaba para una despedida, que todo estaba perdiéndose. Sentía al caminar por la calle, entrecerrando los ojos por la luz del sol, por los reflejos que distorsionaban su visión, podía ver como la gente al doblar la esquina desaparecía, y eso lo ponía mal, muy mal.
¿Y ahora?... se preguntaba y yo entendía su pregunta, y al mismo tiempo me salía una respuesta, si el me escuchara, y su vida se caía, como las monedas caen en la piletas, lentas, perdidas, sin prisa y con calma, se deslizan por el agua, se balancean para los costados, se entibian, llegan al fondo sabiendo que van a morir, y cierran los ojos, sin esperanzas algunas de ser rescatada. Él se sentía una moneda entrando a un mar de aguas negras, y el frío envolviendo sus brazos, y el espejo que lo reflejaba no le sacaba la mirada de sus ojos.
Todo se empieza a perder... dijo eso y bajo su cabeza, podía presentir que todo lo que tocaba lo rompía, tenia miedo a la gente, a conocer personas, a destruirlas, a que desaparezcan y cuando realmente se sentía un corcel corriendo por los campos, con fuerza, con soltura y ligereza, en ese instante, todo se empezaba a perder, y a pesar de que él no quería que se pierda, se perdía, de pronto era un corcel entrando a un bosque, al paso, ya sin fuerzas para galopar, y los árboles altos, en círculos y mirar para arriba y ver apenas un pedazo de cielo, y no entender que hacer ahí, perdido en un bosque, así se sentía el cuando salía de su habitación, y el encierro, ese encierro que tanto miedo le daba, era su única compañía y explicarle a todos que estaba mal, y no querer que lo ayuden.Si tan solo me ayudaran... se contradecía, a cada rato, se desmentía en cada segundo, que solo estaba ahí, y que difícil lo que él pedía, quería ayuda y no sabía como pedirla, más precisamente no sabía que tipo de ayuda lo podría auxiliar realmente.
Y estar solo en su cuarto y ese espejo, y mirarse, escucharse hablar, cuanto miedo, cuanta frustración y su tiempo y su ser no era más que un simple punto de carne tirado en un rincón y el mundo seguía rodando, sus pasiones, sus sueños, y todo se rompía en él.Los detalles, ¿A dónde quedaron los detalles?... cuando él se refería a los detalles en realidad hablaba de los detalles de la vida, de las cosas simples que tanto amaba, de su rock a la mañana, de su entusiasmo por ver como comenzaba a llover, de respirar el aire del campo, y no entendía a donde se habían ido esas cosas, y él creía que si esos detalles se perdían, ya no tendría sentido seguir viviendo, ¿Cómo no poder disfrutar de la belleza? entendiendo por belleza más allá de lo superficial.
La belleza esta en un abrazo, en un beso, en una caricia, en sentir la piel, y esos detalles escaseaban en su vida, y su cabeza, su cabeza no frenaba un segundo.La belleza es una hoja de otoño, es un gesto amable que nos da la naturaleza, las cosas simples imposibles de comprar o de forzar, esas cosas él ya no las podía ver.Y el amor... el perverso amor, ni siquiera eso podía ofrecer, ni siquiera un poco de amor, ni siquiera sentía amor, nada ni nadie le transmitía amor. Y en sus abrazos, sentías paz, pero él realmente consideraba que negociaba con eso, no era más que una simple cortesía sin sentido. Y en sus abrazos se lo veía llorar, de la impotencia, de la certidumbre de querer morir ahí, en ese mismo instante, en los brazos de alguien para que lo ataje y lo apoye suavemente en el suelo, y que le diga al oído, que era tiempo de descansar un poco, que era su tiempo.
Renuncio a las oportunidades... y renunciar a eso, era condenarse a vagabundear eternamente en el sufrimiento, es que nunca hacia nada bien, o al menos, él lo sentía así. Consideraba que jamás aprovechaba la primera oportunidad y en su cara, en su mejilla una lágrima se desprendía de su ser y caía al piso, y él la observaba caer en cámara lenta, hasta que se deshacía en el suelo.¡Odio creer en mí! gritó, y su grito hizo estremecer al mundo, todas las personas sintieron que algo andaba mal, una sensación rara, similar a los presentimientos, y en su cuarto su reflejo exploto en mil pedazos, en pedacitos insignificantes, él se veía entero en pedazos diminutos, ahora se reflejaba en mil pedazos, y eso lo agobiaba y le hacia apretar más sus piernas a su pecho.
Y sus ultimas palabras fueron. Todo huele a despedidas... y desde acá intentaba comprender, temblaba por el miedo de despedirse a si mismo, por su sospecha de no saber quien era, por su miedo de despedirse de aquel que fue, aquella persona que una vez, intento buscar un rumbo, y que difícil es reflejarse en mil pedazos, ¡ay, que difícil es!, y el espejo ahora reflejaba un fondo oscuro, una madera color marrón, ya sin brillo, y los pedazos en el piso, y su inocencia, y su cabeza, lo vi titubear al pararse y una figura salio de las sombras y se precipito sobre él, lo abrazo con una fuerza descomunal, por fin pudo cerrar sus ojos, solo alcancé a escuchar lo que le susurro a sus oídos aquella mujer, “volví para ayudarte, volví para acostarte en el suelo, es hora de descansar”. Solo una mujer intento comprenderlo, la mujer de su segunda oportunidad, esa misma mujer, lo despedía, lo acostaba en el piso. Y una sonrisa en su rostro se dibujo y sintió un detalle simple, sintió que esa mujer realmente lo quería, pero ya era tarde, él sabía que esa mujer en realidad se echaría a correr ni bien su cabeza apoyara en el suelo.
Tal vez él era una pérdida de tiempo, quizás su persona no era más que la personificación de una catástrofe, pero él luchaba con eso, él no quería ser así, tan solo buscaba un sentido en su vida, y su sonrisa comenzó a borrarse lentamente como una puesta de sol, como se ve al sol hundirse entre las montañas, como se pierde una moneda al caer, como se siente un corcel sin libertad. Y sin rencor alguno, le regalo su sonrisa.
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