jueves, 23 de octubre de 2008

LA VERDAD


Hay verdades que me duelen y prefiero no escucharlas. No las niego, pero tampoco obligo a mis oídos a tener que recibir esas palabras que me hablan de dolor. Provoco ruido, escucho música, llevo mi mente a otros lugares, escribo, canto, pero prefiero no escuchar, no saber qué es lo que dicen los demás sobre determinada verdad. Que los minutos pasen es mi única necesidad.

La escuché una vez, la degusté, la digerí, ¿que más se puede hacer?

Es duro enfrentarse a esas Verdades. Sobre todo si es una verdad que te ha costado aceptar y que más que satisfacción provoca tu dolor. Si ya sabes de qué se trata, ¿por qué he de torturarme escuchándola repetirse minuto a minuto?

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