Me gustaría recordar palabras que besen, que abracen, que curen. Palabras como caricias que sanen heridas recientes y restauren orgullos perdidos, que alivien el sufrimiento y exorcicen, como si uno fuese un mago o un chamán, este nuevo miedo en que habitas. Frases que una vez dichas congreguen de nuevo la sonrisa y la luz de tus ojos, sonidos con una musicalidad nueva que te trajeran un poco de la alegría que, mientras dura el invierno, todos necesitamos para vivir.
Alegría necesaria como el aire que respiramos.
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