En fin nada, ni un pequeño error de visión; conseguí leer hasta letra pequeña del contrato que descansaba junto a la mesa. Con gesto sentido y entre disculpas el oculista me ha dicho que este año tampoco me pondrán anteojos, que quizás, con un poco de suerte, dentro de unos cuantos padezca de vista cansada pero en el presente hasta un águila mataría por mis ojos.
Le confieso al doctor que ya no sé que hacer, que lo he probado todo: desde niño no como zanahorias, todas las mañanas miro de fijo al sol, no me quito las legañas, estoy horas y horas frente a mi PC, e incluso hace meses un mosquito kamikaze se lanzo a mis ojos y lo deje anidar ahí. Pero nada, menea la cabeza una y otra vez, y posa su mano en mi hombro, les propongo entonces a mis padres que me regalen unos cristales sin graduar, y ellos simplemente dicen para que si el doctor dijo que no los necesitas.
Un poco de miopía, es lo único que pido, para poder sujetar mi realidad de dos palitos a mis orejas, para convertirla en niebla a mi antojo, para que no se me vea cuando lloro. Sólo pido un par de gafas para que su cuerpo se refleje doble en mis ventanas.
ESimplemente pido que me llamen cuatro ojos, que no me puedan pegar en la cara, que se me borre el mundo cuando llueva.Tan solo un par de anteojos de quita y pon, para elegir cuando ver todo o no ver nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario