jueves, 13 de noviembre de 2008

MESVERSARIO I (el encuentro)

"No llego, no llego…"

Tomó aire y aceleró el paso, aún quedaban cinco minutos para las nueve y además contaba con la ventaja de que la profesora siempre llegaba minutos después de las nueve.

"Vamos tu puedes, ánimo…"

Cuando se disponía a entrar en la facultad, escuchó en el reloj del pasillo el timbre que daban las nueve en punto…

"¡uff, por un pelo!"

Subió de dos en dos las escaleras desde el primer piso hasta el segundo y se dirigió como una flecha perdida a la puerta de clase…

¡¡¡PUM!!!

De repente, se vio a sí misma en el suelo, había chocado con algo o con alguien pero no estaba segura de que era. Dispuesta para echarle un pleito de los mil demonios a quién se hubiese cruzado en su camino sin avisar, levantó la cabeza, a la vez que su boca escupía toda clase de maldiciones.

¿Estás ciego? ¿Qué caminas mirándote los pies?

Enfocó a la persona con la que había chocado, era el chico “rarito” de su clase. Le llamaban así porque no hablaba con nadie, parecía no tener amigos en la facultad y siempre andaba colgado de algún libro…

¡Pe-per-perdona! La ver-verdad no te vi… Lo siento, disculpa no era mi intención, di-dis-disculpa.

Se agachó a recoger el montón de apuntes que se habían desparramado por el suelo; a pesar de qué había compañeros de clase cerca, ninguno se agachó a ayudarlo.Ella lo contempló de pie, aún con las mejillas coloradas, más por la carrera que por el enfado.Se sorprendió cuando el chico, en cuclillas le tendía sus portafolios…

Son tus apuntes, disculpa otra vez… Por lo menos, no te habrás hecho daño, ¿verdad?

Se quedó observando el suelo, estaba lleno de hojas sueltas escritos con una letra bastante “femenina” pero no eran sus hojas, ella siempre llevaba un portafolio (entiéndase por portafolio a un portatodo) con el forro de personajes de disney, muy infantil pensó…

"Tiene la letra bonita..." - pensó para sí. Casi inmediatamente, reaccionó; se agachó junto a él y empezó a recoger las hojas del suelo.

No te preocupes, estoy bien… Venía ajustada de tiempo, a la carrera y no veía a nadie…

Le sonrió, sus amigas le habían advertido sobre ese chico, pero en aquel momento, la sonrisa fluyó a sus labios de manera natural casi como alguien que se siente a gusto cuando sucede.

Una voz desde la puerta, los asustó…

Ustedes dos, ¿tienen pensado entrar a clase?

Ambos asintieron mecánicamente y entraron a clase, cada uno se sentó en su sitio habitual.

Nada más sentarse, sus amigas empezaron a caerle con preguntas:
¿Estás bien?
No te habrá tocado, ¿no?
¿Sabe hablar?

Ella cerró los ojos y suspiró, sus amigas, el colmo de la presunción. Aún no sabía como se había juntado con ellas en su primer semestre en la facultad. Tal vez porque hicieron las prácticas juntas o tal vez porque atraían a los mejores chicos, sea como fuere, no se arrepentía de tenerlas como amigas, porque, en el fondo, eran buenas chicas… Las observó un rato…

"Muy en el fondo" – pensó y volvió a esbozar una sonrisa.
Él se sentó sin ninguna prisa en su sitio, al fondo de la clase, dejando una mesa de separación entre los chicos que tenía delante, no le gustaban lo más mínimo y solían cuchichear sobre él.
Con resignación comenzó a ordenar los apuntes que una de las niñas mimadas de las filas delanteras le había desparramado por el suelo…
La profesora comenzó con su cantaleta sobre los procariotas, llevaba ya dos clases hablando sobre bacterias que realizaban la fotosíntesis y los alumnos, en lugar de entusiasmarse, cada vez se aburrían más en aquella clase.
Él no se desconecto del todo, oía a la profesora desde muy lejos explicarles el aparato fotosintético de las bacterias verdes no sulfúreas (eso existe no… es broma), en una hoja suelta iba tomando notas para luego, buscar en los libros para estudiar.
Al poco rato, se descubrió mirando a la chica con la que había chocado…

Una niña de papá – negó con la cabeza. ¡Sólo me faltaba eso!

El sonido del reloj del pasillo puso fin a la clase; la profesora ladro algún segundo más, para acabar de contarles un experimento con la que ella había quedado encantadísima pero que a los alumnos aburría; así que viendo que el murmullo crecía, la profesora dio por terminada la clase. Los vería en prácticas por la tarde.

Un horror chica. Con esta señora es imposible.
Ya te digo, nunca sabes con que te va a salir.
No digas eso, a mi me parece la mejor clase diferente a las demás y única.
Pero es que a ti siempre te han gustado los bichos raros.

Todas se rieron por la frase, aunque ella le sacó doble sentido enseguida, miró a su amiga con ojos juzgantes…

No me refería a ese – hizo un gesto con la cabeza apuntando hacia el chico.

Por un momento perdió los estribos…

Tal vez no sea tan rarito, háganme el favor de no meterse con él… por lo menos estando yo delante.

Uy, uy, uy! Sus amigas se echaron a reír…
Tal vez te haya echado una maldición y ahora le defiendes.

La carcajada fue general, no le dio tiempo a contestar porque el profesor de Genética estaba esperando un mínimo de silencio para poder empezar la clase.

El monótono tema de la estructura del ADN, vista y revista en casi todas partes, hundió la clase en un adormecimiento, que a duras penas eran capaces de mantener los ojos abiertos.
La manecilla del reloj avanzó lentamente en su clase, aunque en la última clase, la de fisiología, el tiempo se fue volando. Era la asignatura preferida por casi todos, mucha culpa la tenía el profesor, un hombre alto de voz fuerte que conseguía siempre sacarlos del adormecimiento que traían del resto de la mañana.

Bueno chicas, nos vemos mañana que me tocan las prácticas de procariotas.
Ten cuidado con el rarito.
¡Oh! déjenlo ya por favor.
Bueno, bueno, nosotras lo dejamos, pero tú no te arrimes mucho solo por si acaso.

Se fueron riéndose y cuchicheando…

"Prefiero no saber que historia se pueden inventar…"

Dándolas como caso perdido, bajó a la biblioteca; aún tenía una hora libre para ir a comer y quería aprovecharla, porque, aunque acababa de empezar el segundo semestre no quería dormirse en los laureles como le pasaba siempre…

No hay comentarios: