martes, 18 de noviembre de 2008

MESVERSARIO XI (enterrando otras noches)


Clara no discutió, sabía que Danay con una cerveza de más era terca, terca en cada una se sus letras, así que suspiró y clavó la mirada en Leito, que unos pasos por delante aguantaba estoicamente la charla apabullante de Nataly sobre cómo preparar un buen cóctel.

Nada más salir del bar, Nataly se colgó de su brazo, separándolo de Clara. Y empezó a soltarle un floro impresionante sobre bebidas. Apenas le daba tiempo a asentir con la cabeza, porque ya había constatado que intentar introducir un si o un no en la conversación era algo imposible. De vez en cuando, al volver la cabeza encontraba la mirada cómplice de Clara y eso le encantaba.

“Tal vez sea el momento de enterrar a Alida.”

“Danay tiene razón, es el chico perfecto para mí.”


Llegaron al restaurante donde iban a cenar, era un restaurante italiano, Leito había estado allí con sus tíos cuando una temporada se quedo a vivir con ellos, así que sabía por experiencia que la cena iba a ser algo ligero.

Como de costumbre, llegó la última a la mesa, pero Nataly en un alarde de lucidez, cosa de la que le quedaba poca, le había dejado un sitio al lado de Leito, así que el susto inicial que había pasado al verse sentada lejos de Leito, desapareció.

Menos mal, pensé que me iba a seguir abrasando con el bacardi…
¡Jejeje! Cuando se emborracha es mortal, habla por los codos.
Si te creo.
No estarán hablan… hablando de mi, ¿verdad?


Clara se disponía a contestar, pero Leito viendo que el vino había llegado, llenó dos copas y brindó con Nataly por la gran noche que iban a pasar.

Leito, por favor, luego se va a poner malísima.
No te preocupes; un cafetito con sal y una coca-cola y como nueva.
¿Café con sal? ¿Se lo dabas a tus amigos?
No…
Entonces, por que eso del café con sal.
No les dábamos café, los metíamos a la ducha.

Clara abrió tanto los ojos que casi se le salen de las órbitas, Leito no pudo menos que estallar en una carcajada a la que se unió el resto de las chicas, nada más ver la cara de Clara…

Clara, hija, ¿has visto a Gasparin?
¿No habrás visto a algún bombón?
Vamos Clara ¿qué te pasa?
Nada, chicas, nada.
¡Buuuu! Pues nada, sigan con lo suyo.

Leito tuvo que mirar hacia otra mesa, pero aún así notó que los colores le subían por las mejillas.
La cena llego y toda la mesa calló como por arte de magia. Ninguna conversación surgió mientras comían, así que Clara dejó algunas preguntas para el final de la comida.

Poco a poco, la conversación se fue reanudando y aprovechando el escudo que producían las palabras Clara pudo hablar con Leito…

¿Leito?

Leito se volvió hacia ella, estaba distraído haciéndole monerías a un niño pequeño que estaba sentado en otra mesa enfrente de él.

Dime.
¿Extrañas a Alida?

Miró al techo, sabía que esas preguntas iban a llegar, es más tenía la certeza de que tendría que contestarlas…

Al principio sí; tal vez a ella la extrañaba más que al resto de mis amigos… Ahora, de vez en cuando me acuerdo de ella, pero ya no es un recuerdo tan fuerte, sino que es más bien, un recuerdo nostálgico, algo que pudo ser y no fue… No sé si me explico…

Clara le sonrió y asintió, sabía que ya no pensaba en Alida y eso le gustaba…

¿Y no has encontrado a alguna chica en esta ciudad que te guste?
Hay varias y la verdad cada vez que doy un paseo, me enamoro de alguna más.


Clara le golpeó juguetonamente en el brazo…

No te juegues conmigo, estoy intentando mantener una conversación seria.
La única chica que me interesa está sentada a mi lado
… respondió.

Clara enrojeció hasta las orejas, aunque era eso lo que quería escuchar…

Creo que estás ya un poco borracho…
¿Por lo qué he dicho?

Si – acompañó la respuesta con un movimiento afirmativo de la cabeza.

Leito sonrió y se recostó en la silla, la tentación de pasarle el brazo por la espalda, atraerla hacia sí y besarla fue muy fuerte pero se contuvo, como casi siempre hacia, aún no estaba seguro; además, las chicas haciendo los cálculos de la cena no daban pie a ninguna otra cosa.

¡Les he dicho que yo invito!
No seas pesada, Nachito, ya invitarás a tomar algo después.
Eso, tu calla y divide.


Veinte minutos más tarde, salían a la calle y ponían rumbo a la zona de baile de la ciudad. Salió el último, Clara a su lado, luchaba con el cierre de su abrigo

“Eso, mejor ponla… De todas formas estás impresionante.”

Clara acabó por fin de doblegar el cierre de su abrigo, mientras caminaban hacia el centro; en cuanto acabó se colgó del brazo de Leito.

Es para prevenir…
¿Prevenir?
Si, para que ninguna de esas brujas te rapte.
¿Me quieres para ti sola?
Uhm… suena demasiado bien…

Clara se puso de puntillas y le besó en la mejilla…

Gracias…
¿Por qué?
Por haber venido, por pasar la noche conmigo…
No me las des, es casi un premio poder pasar esta noche contigo… además, nunca imaginé que te llevaría del brazo como si fueses mi novia.

Esta vez fue Leito el que le devolvió el beso en la mejilla…

¿Sabes bailar?
No se me da nada bien… A Ali…
Sigue, no importa…
Iba a decir que a Alida la pisaba siempre, intentó enseñarme muchas veces pero era imposible, me falta coordinación y ritmo.
¡Jajaja! No te preocupes hoy te daré una clase intensiva.
No quedria mancharte los zapatos.
No creo que les importe demasiado.

Aún riéndose entraron en la discoteca, en la que ya les esperaban las demás.

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